¿Cuántas veces habéis escuchado en una jornada, en un congreso, en un simposio o en cualquier tipo de evento organizado por el sector decir que la agricultura es estratégica? A tenor de la realidad – demostrada en decisiones políticas como la que acaban de tomar los ministros de exteriores de la Unión Europea – ese argumento es falso. No puede ser estratégica la agricultura cuando se amplía el Acuerdo de Asociación con Marruecos a las producciones agrícolas del antiguo Sahara español, territorio en el que la soberanía lleva décadas en suspenso. Hasta ahora parecía que los saharauis tenían derecho a decidir lo que quieren ser, pero con la medida adoptada por los ministros de la UE en la práctica dicho territorio se anexiona a Marruecos. Detrás hay cuestiones de geopolítica.
Pero esto es un blog de agricultura, no de geopolítica, pero del mismo modo que no se puede caminar por la vida sin respirar no se puede entender la agricultura sin la política. La primera depende al cien por cien de la segunda y para ésta la primera es simple moneda de cambio.
Lo que los ministros europeos han venido a hacer es avalar una práctica que ya se hacía pero sin el paraguas legal. Ahora, con esta decisión (una vez tenga en breve el refrendo del Pleno de la Eurocámara) no habrá que esconder los tomates que se exportan a Europa y que se producen en los invernaderos próximos a Dakhla, Dajla o ad-Dajla – la antigua Villa Cisneros española -. Producciones tuteladas por el rey marroquí, de ahí que detrás de todo esto haya mucha geopolítica. El mundo está convulso por cuestiones de geopoder y la agricultura no está ni lo estuvo en la agenda de prioridades de la euroburocracia europea.
Eso en Bruselas, donde también confluyen otros lobbies de tipo económico que presionan a la euroburocracia. Lobbies que no tienen intereses políticos – no en apariencia – sino que su motivación es mercantil. Comprar barato, vender caro.
Descendemos en las capas de la cebolla pasando de geodecisiones en Bruselas a la apatía de los políticos españoles con responsabilidades políticas. Solo hay que observar unos minutos cómo está el patio en nuestro país para entender que las prioridades son otras. Ni se sabe, ni se conoce ni se la espera. Me refiero a la defensa de los intereses de los productores de toda España frente a la creciente competencia del vecino de sur que ahora engulle al otro vecino más al sur.
Y ya solo nos queda descender hasta el propio sector, atomizado, preocupado en batallas internas que agotan las energías propias y las del contrincante que en lugar de ser visto como un aliado se ve como un competidor. He aquí que llego a la parte más importante de este post. La falta de unidad y la falta de miras para comprender que la única entidad que puede defender al sector es el propio sector. Pero unido. Con visión de conjunto.
El sector no tiene una voz fuerte que ponga de relieve que la agricultura es estratégica. No hay lobby que ejercite presión sobre los poderes políticos, estos creen asegurado el sustento de alimentos “per se”, infravalorándolo y entendiendo que es una cuestión menor. Y aquellos que deben levantar la voz para decir que sin la agricultura no hay nada se autodestruyen en batallas entre unos y otros con el resultado final de que el sector solo existe para pequeños círculos de la cebolla, muy concentrados y localizados, pero sin visión que trascienda tan cortas miras.
Lo de los ministros de exteriores de la UE es simplemente la muestra de un botón. En pocos días a todos los que ayer tímidamente protestaban por la ampliación del convenio con Marruecos al Sahara se les habrá olvidado este asunto y estarán pendientes de otros igual de pasajeros. Todo va demasiado deprisa lo que contribuye a relativizar la relevancia de las noticias, como ésta que ha copado el post que aquí cierro.
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