Subiendo ayer por la Rambla de Almería mientras introducía la cámara de fotos en la mochila, un matrimonio de jubilados que estaban sentados en un banco – debieron entender que era periodista – me preguntaron que por qué estaban repartiendo gratis tomates unos metros más abajo. Hacía apenas dos minutos que el agricultor Juan Cabeo me había dicho que los costes están asfixiando a los productores y que cuesta casi más producirlos que el dinero que reciben por ellos en la venta. Así que reproduje las palabras del agricultor de la UPA. Inmediatamente otro jubilado, sentado en otro banco contiguo, puso el punto de mira en los intermediarios. La conversación ya estaba encendida. Me despedí y seguí Rambla arriba.
Y ahora rebobino. Las imágenes lo dicen casi todo. Colas de vecinos de la capital almeriense para recibir algunos kilos de hortalizas, principalmente tomate. Algunos de ellos, hay que decir, que se interesaron por los motivos del reparto, incluso defendieron los argumentos de los agricultores; otros ni preguntaron.
A los lectores habituales de este blog, poco más hay que añadir, ¿verdad? Nada nuevo bajo el sol cuando vemos un reparto gratuito de género, pero la cuestión está en comprender que es una imagen que se sucede año tras año y que de tanto repetirse llegará el momento en que muchos sean insensibles y ciegos a este tipo de estampas. ¿Es un problema coyuntural o estructural?
En esta ocasión prestaba ayer atención a algunos nuevos argumentos que escuché, sobre todo los referidos a los costes de los productores de tomate del Bajo Andarax. Hablo del tema del agua, de su encarecimiento. Mientras que el metro cúbico asciende, en la misma proporción baja el precio del tomate, especialmente preocupante en tipologías como el pera. Sobre el agua, según los agricultores con los que ayer conversé, habría varios datos, como el canon anual exigido por la desaladora de Almería que se sumaría al sobrecoste que ya supone regar con agua desalada. Eso sí, me dijeron que el precio de las tuberías de conexión no se ha repercutido sobre los comuneros, ya que había montante con el que se ha pagado para no asfixiar más. Así que dependiendo de zonas el metro cúbico del agua este año duplica al del pasado ejercicio en el Bajo Andarax. No voy a dar números para no alimentar disputas dialécticas, lo que parece evidente es que la cuenta de resultados del invernadero de tomate está complicada. Insisto en lo del tomate porque es el producto con precios más a la baja; en el resto, los números son más desiguales y oscilantes.
Me decía otro agricultor que después de la ola de frío que ha invadido España y media Europa en las últimas semanas es la primera vez en muchos años que la pizarra de precios se mantiene insensible a la meteorología. Aquí hay ya para debatir y rebatir aún más (…).
En fin. Que ayer después de dejar la Rambla atrás y caminar en dirección al coche me invadió la misma sensación de tristeza que experimento habitualmente cuando vengo de cubrir un acto de protesta por los bajos precios. Los afectados, viviéndolo intensamente en sus carnes, pero más allá desconocimiento e indiferencia. En el resto de las calles de Almería un día más. Los viandantes disfrutando de los primeros rayos de sol después de días de frío y ajenos a los precios de las hortalizas de sus ensaladas. Posiblemente ni les interesa. Triste.