Sumideros de CO2. Los invernaderos lo son. Cada hectárea bajo plástico absorbe la emisión diaria de 8 coches, la mitad del parque de vehículos de la provincia de Almería. Anoche la cooperativa CASI acogía en sus instalaciones la presentación de la campaña ‘Lo estamos haciendo bien’ promovida por Hortiespaña. La charla corría a cargo de Juan Colomina, de Coexphal, que enumeró ante los presentes algunos de los elementos que hacen de los cultivos de invernadero el sistema agrícola más sostenible, pese a los falsos clichés que hay en torno a la producción invernada.
He querido destacar la característica del sumidero de CO2 por ser uno de los elementos de los que menos se habla. Las más de 30.000 hectáreas de invernaderos de Almería permiten poder decir que en nuestra provincia la mitad de los coches del parque automovilístico circulan con emisiones neutras. No está mal, ¿verdad?
De todas formas hay bastantes más argumentos para ensalzar la sostenibilidad del modelo de Almería y de la costa de Granada que no requiere de energías fósiles, a diferencia de otros modelos europeos, para su sostenimiento. El 96% de la energía que usa un invernadero del sureste peninsular proviene del sol, siendo tan solo un 4% de otra procedencia, por ejemplo, para bombeos o movimiento de maquinaria, entre otros trabajos.
“Sois horticultores de invernaderos solares”, apeló Juan Colomina a los presentes, “un modelo que no vive de las ayudas, que ahorra agua, suelo y energía”.
Lo anterior se puede esgrimir con algunos datos. Por ejemplo, si cada 100 euros que recibe como ingreso un productor olivarero 28 de ellos provienen de ayudas públicas, en el caso del cereal asciende hasta los 44 euros. Sin embargo, en las antípodas está el agricultor de frutas y hortalizas que apenas recibe el 1,7% de sus ingresos de ayudas públicas.
También la agricultura de invernadero es más sostenible en términos de ahorro de agua, la mitad de metros cúbicos que otras actividades agrícolas. Bajo el epígrafe de sostenibilidad hay que subrayar el reciclaje del cien por cien de los plásticos, la reutilización de restos vegetales o el conocido efecto albedo o de reflectancia dado a conocer por el profesor y buen amigo Pablo Campra. Invernaderos contra el cambio climático que permiten que descienda la temperatura media de los lugares en los que se ubican.
Ensaladas en invierno gracias al invernadero
La tarea para desmontar mitos y falsedades es ardua. Según Juan Colomina es una asignatura pendiente de todos los almerienses que de forma directa o indirecta viven gracias al cultivo bajo plástico. De hecho, una muy buena parte de los 700.000 habitantes de la provincia de Almería dependen del empuje económico de la horticultura. Tan solo el 3,4% del territorio de la provincia almeriense da riqueza a la totalidad. Aunque se trata de un ‘mar de plástico’ que supera las 30.000 hectáreas, representa un porcentaje pequeño del paisaje, ¡¡el 3,4%!! En este sentido, Colomina enfatizó que el sistema de cultivo bajo plástico permite ahorrar 4/5 partes del suelo.
Una reducida parte de territorio, que unida a otra pequeña parte en Granada, permite dar ensaladas en invierno a toda Europa. Si no fuese por los invernaderos, las ensaladas del otoño e invierno, esas mismas que parecen caídas del cielo y en las que el consumidor medio no repara, no serían posibles. Sí, sí, esa debe ser otra de las reflexiones. Un cachito del territorio del sur de España gracias al cual es posible alimentar de salud (antioxidantes, alto contenido en fibra y vitaminas) a 500 millones de europeos. Si no fuese por los invernaderos, no solo no serían posibles las ensaladas fuera del verano y la primavera, sino que además serían infinitamente más caras. Y al alcance solo de los más pujantes. ¿Son los consumidores conscientes de ello? Parece que no, ávida cuenta de su desconocimiento y a veces desinterés. Así que la tarea de dar a conocer todo esto es compleja y ardua. Muy ardua.
Una agricultura de invernadero que es además familiar en un 95%, elemento diferenciador para explicar la redistribución de la riqueza que implica. De hecho el índice GINI, que evalúa el grado de distribución de la riqueza de un territorio, arroja que Almería está entre las cinco provincias españolas que mejor redistribuye su riqueza, situándose en la media europea.
Para acabar otros apuntes de interés, como que el 80% de la agricultura de invernadero está certificada, incluso en algunos casos con hasta cuatro normas. Un modelo con agricultores bien formados que cuentan como asesoramiento con la mayor tasa de ingenieros agrícolas del mundo y con el mayor número de laboratorios agrarios del continente. “O que somos los principales contribuyentes de la Federación de Bancos de Alimentos de España, es otro dato a destacar”, finalizó Juan Colomina.
Leer estos datos pone de mala leche, la grandeza de nuestra agricultura y lo mal tratada que es algunas veces
*Habida cuenta