Llegan dos días señalados en rojo por todas las familias. Noche Buena y Navidad. He estado pensando estas horas atrás qué historia puede tener el calor humano suficiente para estar acorde con ambas festividades. Me ha resultado fácil cuando he recordado la reciente feria de Expo Alpujarra celebrada durante el presente mes de diciembre en la localidad granadina de Ugíjar.
A ella acudimos Ana y yo con la idea de pasar un bonito día en el corazón de la Alpujarra. La cámara nos acompañó, como siempre incluso en los días de asueto, y compartimos con vosotros un buen puñado de fotos hechas por mi compañera con las que queremos desearos a todos una entrañable Noche Buena y una cálida Navidad.
La Alpujarra es una serranía especial, por cuanto la he recorrido desde pequeño y siempre queda una parte de su fragancia en mi crecimiento como persona. Recuerdos de niñez y adolescencia que se entremezclan con otros más actuales. La Alpujarra es para mí como un árbol de Navidad que crece desde su base y en el que sus adornos son todos esos momentos vividos durante las distintas etapas de mis 40 años. Cada adorno pertenece a una parada, visita o recorrido por alguno de sus pueblos, a una experiencia singular, a un recuerdo imborrable que suma en la construcción del gran árbol.
Cada uno de los stand de Expo Alpujarra conducía a un rincón diferente, ya fuese de la Alpujarra de Granada o de la de Almería, ya que este territorio hermana a ambas provincias desde tiempo inmemorial. En ese recorrido que hicimos Ana y yo tuve la ventura de tropezar con un alfarero de Fondón. Ayala, como lo conocíamos en el colegio Ramón y Cajal de El Ejido. Casi tres décadas sin verlo y me reconoció. Es difícil de creer, pero tal cual así me lo dijo mientras Ana nos fundía en un retrato con su cámara.
Y a partir de ahí un deleite para el paladar y los sentidos. Aceitunas de Berja, embutidos, jamones y quesos de Ugíjar, cervezas de Lanjarón, vinos de Padules, Laujar o Laroles, conservas vegetales de distintas localidades e incluso sidra elaborada en unos cortijos próximos a Sierra Nevada. O los pasteles típicos alpujarreños, donde el turrón artesanal sigue siendo el Rey.
Más luego el visitante podía ver los trabajos del esparto hechos por manos curtidas y hacedoras de la iconografía alpujarreña que decora el interior de tantas y tantas casas, fincas y cortijadas.
Mucha humanidad y buena gente hay detrás de todo ello. Si no tuvisteis la oportunidad de asistir a Expo Alpujarra, no os diré que se repetirá como cada año dentro de doce meses. Os lo pondré más fácil. Cualquier día, cualquier domingo, la Alpujarra y su embrujo os están esperando. No hace falta esperar a una exposición para perderse…