Esta semana un grupo de agricultores se me acercaba durante el café de una jornada técnica celebrada en Aguadulce. Entre todos eran alrededor de una decena de productores de tomate del campo de Níjar y del Bajo Andarax. A partir de ahí empezaron a relatarme una situación preocupante que están sufriendo en este inicio de campaña. Un par de días después visitábamos la zona de los Llanos de La Cañada para fotografiar algún invernadero y recabar testimonios a pie de campo.
Tras escuchar a unos y otros me queda claro el problema, pero no la solución. El virus de la cuchara (¿o habría que decir alguna nueva cepa que se ha hecho resistente?) ha obligado a arrancar unas cuantas decenas de hectáreas de tomate. Entre los lugares que están padeciendo este problema está el 21 en Níjar y otras zonas de Campohermoso o invernaderos del entorno del barrio de San Vicente (El Alquián). Fincas arrancadas y otras parcialmente infectadas. Y aún queda toda la campaña…
Una crítica repetida por unos y otros era la referida a los cultivos de verano que podrían haber servido de refugio a la mosca blanca, sin que se rompa su ciclo. Tomate de verano que en sus últimas semanas está infectado por Bemisia tabaci y que el propietario de la finca no trata antes de arrancar el cultivo. La segunda parte del argumento os la podéis imaginar: plaga que llega a los invernaderos circundantes, siendo los vecinos los grandes perjudicados.
Ante esta situación alguno de los agricultores apuntó una petición, un deseo más que una opción, la parada biológica. Pero hace años ya se desestimó esta posibilidad, ¿acaso se puede obligar a un productor a que deje descansar su tierra durante los meses de verano? Puede ser una sugerencia, no una obligación. En cualquier caso las opciones desechadas en el pasado pueden ser adoptadas en el presente. Dejo la idea para argumentar el debate.
Otros agricultores se quejaban de la Administración, de su papel pasivo para apuntar soluciones ante este ataque de virosis. Otros no, otros apuntaban hacia la velocidad de vértigo de los cultivos ecológicos que ha abierto en cierto sentido la caja de pandora.
Muchas ideas, como digo, pero sin soluciones concretas. Eso sí, creo que en lo que había consenso es en la necesidad de dar a conocer la actual situación de incidencia de virosis entre los productores de tomate. Y el malestar de muchas familias. Aunque es una situación que se suele repetir todos los años, en esta ocasión la incidencia es la mayor que se recuerda y por tanto la preocupación también.