A Enrique Cat es fácil encontrarlo en un invernadero del Poniente almeriense, de la costa de Granada o de berries en el Condado de Huelva. La bandera que porta en el retrato que le hacía Ana es la de España, pero bien pudiera ser la de la agricultura, ya que recientemente ha sido el emprendedor español que ha representado a nuestro país en la alemana ciudad de Frankfurt en una final de visionarios de todo el mundo que procedían de distintas disciplinas y variadas actividades económicas.
Enrique es un joven emprendedor, pero no de los de nota de prensa ni de comunicados institucionales, sino un emprendedor de verdad. Por desgracia el vocablo emprendedor se usa mal cuando se le atribuye a cualquiera que tiene una idea que apenas pasa de ser eso, una idea. Un emprendedor de éxito es aquel que transforma una idea en un proyecto y éste en una realidad empresarial. La compañía de la que Enrique Cat es CEO se llama Nostoc Biotech. Dicho esto, ya todos sabéis que es una de las empresas que más está dando que hablar en el último año en la agricultura española, pero no desde la oficina, sino en debates a pie de campo. Por eso, comentaba intencionadamente al principio que a Enrique es posible encontrarlo en todas esas zonas de producción y en muchas más en las que Nostoc está implantando el concepto de bioagricultura. Y ha tenido que sorprender mucho ese concepto que supone un regreso a los orígenes de la naturaleza del terruño, ya que de todos los proyectos que optaban a representar a España ha sido el de Nostoc el único que ha podido portar la bandera del emprendimiento hispano.
El Global Student Entrepreneur Awards (GSEA) nombraba en el escenario de la Caixa Forum de Madrid a Enrique Cat como ganador de dicho concurso nacional. Y aunque es una selección a título individual, cuando después hablaba en Almería con Enrique – en una de sus últimas visitas a nuestro ‘mar de plástico’ – me refería a sus compañeros, a Guillermo Herrero y a todo el equipo de Nostoc que aparece en la web de la compañía (para ver pinchar aquí), como a la investigadora Luisa Martín Calvarro, de Fisiología Vegetal de la Complutense de Madrid, como a Rogelio Nogales, investigador del CSIC y presidente de la Red Española de Compostaje.
Y es que el éxito de una idea que se transforma en proyecto y a continuación en realidad empresarial radica en el anillo de talento y conocimiento del que ha sabido rodearse Nostoc Biotech, bien a través de convenios de colaboración Universidad-Empresa, ahí está el convenio con la Complutense o la colaboración con el CSIC.
La bioagricultura que apadrina el humus de lombriz
La bioagricultura que propugna Nostoc supone un regreso a los orígenes, a la agricultura tradicional, pero incorporando los avances y la tecnología de la agricultura moderna. Es una forma de combatir plagas y enfermedades de forma biológica, pero sin que merme la producción. Mejor para el medio y el entorno y mejor para el bolsillo del productor.
Enrique me habla en términos de “una revolución para la agricultura dejando atrás los químicos y apostando por recuperar los ecosistemas con comunidades de microorganismos”. Y en toda la munición de Nostoc la pólvora se llama humus de lombriz. Además la empresa ha conseguido extraerlo y llevarlo a una fase líquida, más fácil de aplicar de cara al agricultor.
Fruto de todo lo anterior llegamos al biocontrol: cómo los microorganismos interactúan con las plantas y crean barreras contra los patógenos en una suerte de simbiosis cuasi-perfecta y cien por cien natural.
Por defender y promover esta llamada bioagricultura Enrique Cat ha sido el representante español en la final mundial celebrada en Alemania (EOG SEA Finals). ¡Enhorabuena! Aunque allí no pudo ser el ganador global, sí fue embajador de la agricultura y brillante finalista que dejó muy alto el pabellón de la I+D del campo español.