Ha ocurrido por segundo día consecutivo en las corridas de Roquetas de Mar. Ante la situación de bajos precios del calabacín este mediodía un grupo de agricultores paraban sus partidas evitando su venta, muy por debajo de los costes de producción.
Fuera un grupo de unos 40 agricultores se reunían para analizar la situación, ya que los precios de estos días – en torno a los 0,15 céntimos – son incluso inferiores a los que recibirían si sus partidas se destinasen a las ONG’s o a la retirada al vertedero. Pero para eso es necesario activar los mecanismos de gestión de crisis, creados para solventar esta situación, pero que duermen en el cajón del olvido junto a ese otro mecanismo que se perdió sin nunca ser utilizado llamado ‘urgencia’. ¿Qué hacer, pues, con estos mimbres? Situación “complicada”, “dolorosa”, comentaban los agricultores.
La idea generalizada es que da la impresión de que los altos precios de inicio de año están siendo ahora castigados por el arbitrio de un mercado que abre una vez la mano y cierra tres veces el puño. Y luego está el desconocimiento de quienes creen que por unos días de elevadas cotizaciones en enero los agricultores tienen resuelto el año. Gran falacia y mayor desconsuelo. Preocupación entre los agricultores es lo que se respiraba este mediodía a las puertas de la subasta roquetera. E impotencia.
Dentro de este grupo de agricultores de las imágenes los había independientes y otros pertenecientes a Agricultura Viva en Acción. Esta asociación ha querido mostrar y dar su apoyo a todos ellos en un momento crítico, como el actual. “Se seguirán reuniendo y nosotros estaremos ahí”, esgrimían algunas voces de la asociación.
Los agricultores no quieren malvender su producto, pero se encuentran en una encrucijada. Por un lado, según nos contaban, están intentando donar producto a las ONG’s de la provincia almeriense, pero son diferentes las trabas que encuentran, principalmente de tipo administrativo. De ahí que a veces la opinión pública crea que es fácil lo que casi siempre es complejo, esto es, regalar fruta y verdura requiere de todo un esfuerzo de recursos y tiempo para vencer todos los requerimientos que la burocracia exige.
Luego está el obstáculo de las Organizaciones de Productores que tienen capacidad de retirar producto – ante situaciones de crisis de precios como la actual – pero que no lo hacen. Es como el movimiento de una locomotora. Lento, a cámara lenta, hasta el extremo de que cuando al fin comienza a arrancar, el viajero hastiado ya se ha bajado del tren y se ha ido andando por otro camino. Un símil que llevado a la agricultura convertiría a la comercialización en el susodicho tren y al agricultor en ese viajero que cansado de esperar se pierde por el bosque sin senda ni rumbo fijo.
¿Quién pondrá solución a todo esto? Evidentemente a muchos les interesa el desgobierno, que nada cambie y que la atomización y desunión del campo siga arraigada, de ahí que este mediodía muchos de los argumentos esgrimidos por este grupo de productores metiese el dedo en la llaga. “Hace falta más unión”, afirmaban.