Almería concentra la mayor parte de la producción del llamado pepinillo, el tipo español, con unas 600 hectáreas del millar de toda España. Y Nunhems en los meses de invierno, de noviembre a mayo, domina este segmento con el 95% de la cuota del pepino español. Argumentos de peso para que hoy jueves la división de Bayer, Vegetable Seeds, haya celebrado en la ciudad de Almería un foro bajo el título ‘Conectando un mundo de oportunidades’, en el que se han analizado las tendencias del pepino francés y sobre todo del tipo español.
Una jornada en la que se han dado cita numerosas empresas de la comercialización para debatir sobre las tendencias de los mercados. No en vano, un experto en ellos, como David del Pino, ha iniciado la sesión con una charla sobre el presente y futuro de ambas tipologías y sobre las dinámicas de la distribución y los consumidores.
Las revoluciones del pepino negro corto o español
A continuación Miguel Ángel Jiménez, gestor de cuentas de pepino de Vegetable Seeds, Bayer, ha hecho un histórico de la evolución del pepinillo recordando la introducción de las primeras variedades partenocárpicas que mejoraron su producción y manejo. Aquella fue la primera revolución.
Habría que esperar hasta diciembre de 2014 con el lanzamiento de la marca Qverde para “la segunda revolución”, en palabras de Miguel Ángel Jiménez. Nuevas variedades de pepino español bajo la marca Qverde con frutos más oscuros, con más espinas, mejor poscosecha (exportación), adaptados a diferentes zonas y condiciones y más productivos.
Y ahora la pregunta sería saber si estamos en ciernes de la tercera revolución de Nunhems, que podría venir de la mano del sabor, aspecto que desde luego llama la atención cuando se trata de hablar de pepino. Para alumbrar dicho camino, en este foro – tras las charlas – se organizaron tres mesas de trabajo para visualizar el futuro del pepino español desde el prisma del consumo, la exportación u otros parámetros del marketing o incluso de la agronomía.
Ana participó en la mesa dirigida por Paco Solera, en la que se analizaron novedades en la presentación de producto, los hábitos de las generaciones veganas, las tendencias del snacking o la constante demanda de información por parte de los consumidores (muchas veces a través de las redes sociales). También se abordó el tema de tolerancias, variedades con resistencias a hongos de suelo y nemátodos, nuevos materiales genéticos que hiciesen innecesarios los injertos.
Hubo otra mesa, coordinada por Antonio Manuel Alonso – especialista de ventas en el área de Granada y Málaga – centrada en el consumo y la apuesta por el sabor. Elemento que se obtendría con pepinos más crujientes.
En otras de las mesas, en la que participé, se abordó la exportación. Mesa en la que coincidí con un agricultor de Villa del Prado (Madrid), con un comercial de Perichán, un técnico de la fábrica de DAFSA y con otros miembros de Nunhems. En ella hablamos del sabor en pepino, comentándose que el sabor del pepino español puede implementarse en términos de más dulce y crujiente. Reconozco que es una cuestión que podría redundar en un denso debate con opiniones muy heterogéneas.
Irán se queda con Rusia
En dicha mesa sobre exportación se documentó que tras el veto ruso primero y las disputas entre Turquía y Rusia en torno a Siria después, es ahora Irán el país que podría suministrar pepino corto negro (el pepinillo) a Rusia, el principal consumidor europeo, junto a Ucrania y Biolorrusia.
La pregunta entonces, y que dejo en el aire, sería conocer las posibilidades en el mercado exportador de una tipología de pepino que se consume mayoritariamente en España. Queda pues la respuesta abierta en torno al tipo español. ¿Podrían los holandeses u alemanes aprender a comer esta tipología al igual que ya hacen con el pepino largo?