Frío que te quiero frío. Me podré desgañitar los dedos escribiendo cientos de artículos, me podré estrujar hasta la última de las neuronas cifrando datos estadísticos de informes y anuarios de campaña, podré abordar en reportajes proyectos de lo más innovador que suponen una revolución para nuestro campo y otros campos, podré seguir haciendo eso durante 2017 y el siguiente. De hecho es lo que hacemos los periodistas. Sin embargo, solo encontraré un argumento que se repite una y otra vez desde hace 50 años. Y es que el sector hortofrutícola almeriense y granadino se rige por una sola casuística: el tiempo.
Sí, señor, la meteorología es la que regula los mercados, la que lleva a la UVI a la pizarra o la que la bendice devolviéndola a la vida de manera milagrosa. No hacen faltan expertos para este campo, hacen falta nubes y fríos.
Mucho hemos evolucionado, nadie niega las mejoras del campo en los últimos tiempos, pero aquí lo que de verdad pone al personal contento son los períodos en los que las pizarras agrícolas cotizan como ahora. Así de simple. Todo lo demás, nos entretiene.
Esta mañana Ana y yo hemos visitado una finca de berenjena. La familia nos contaba que después de varias campañas malas de este producto, ahora las cosas han cambiado 180 grados. ¡Por fin! ¡Y que dure!
Esta breve reseña no pretende evaluar uno por uno los precios de las hortalizas, ya los conocemos todos, sino reflexionar sobre el factor meteorológico como motor que mueve a este sector, ahora y siempre. Son sobradas las aplicaciones móviles, webs, grupos de whatsApp y Telegram que nos tienen informados de los precios minuto a minuto.
Sí añadir que en otro artículo publicaremos algunas de las imágenes que hemos recibido sobre la ola polar que ha congelado muchos cultivos en la vecina Italia. Por desgracia podríamos aplicar aquello de que nunca llueve a gusto de todos. Además, en Marruecos parece ser que el calabacín ha tenido también problemas de plagas. En fin.