La vez anterior que estuve en el invernadero de Sergio González tenía pepino. Ahora tiene papaya. Lo visitamos Ana y yo durante este puente, y pasamos una mañana muy agradable con él, subiendo y bajando por los escarpados montes que jalonan la geografía que une Castell de Ferro y Lujar en la costa granadina. Es todo un reto a la gravedad y sobre todo habla del coraje de estos agricultores que han levantado invernaderos en tierras de difícil acceso, convirtiéndolas en vergeles y en futuro para sus familias. Toda mi admiración hacia los agricultores de la costa de Granada.
Sergio plantó las papayas de las imágenes en marzo y espera empezar a recolectarlas a final de mes. Antes, durante casi dos años dedicó un espacio de su invernadero a probar diferentes variedades, asiáticas y americanas, hasta decidirse por la que mejor se adapta a su finca. La de las fotografías es una variedad mexicana de papaya. Los frutos, entre 1,2 y 1,5 kilos.
Sergio nos habla con deleite de su jardín de papayas: cómo ha estado ensayando con 30 variedades distintas hasta elegir una, cómo las mima, cómo ha empezado a cubrir algunos frutos para mantener la temperatura, cómo se ha empapado de esta fruta tropical documentándose y aprendiendo como un autodidacta y sobre todo cómo disfruta de su consumo. Sergio afirma que nada mejor que “una buena papaya para hacer bien la digestión, siempre sienta bien”.
Una finca llena de árboles EXÓTICOS
Pero Sergio no solo siente pasión por las papayas, sino también por otros frutos tropicales, materiales y árboles exóticos o poco habituales en el día a día de este blog. En el interior de la finca pudimos ver algunas plataneras, como se aprecia en una de las imágenes.
Plataneras en invernaderos de la costa de Granada, pero también vimos el árbol que da la fruta más grande del mundo, el Jack Fruit, aunque el del invernadero de Sergio aún estaba pequeño. Según nos contó Sergio, el árbol de jaca, jack, yaca, nangka o panapén lo podemos encontrar en alguna finca de la vecina localidad del Algarrobo, Málaga.
Pero había mucho más. Guanábana, pitahaya, sapote negro, senegalensis, atemoya roja (como la chirimoya, pero de carne roja), pomarrosa y pitanga negra.
Todo lo anterior dentro del invernadero, pero en el exterior – también en su finca – el jardín exótico se prolongaba aún más por todo el perímetro de la explotación agrícola. En la calle Sergio tenía endrino, argan (de donde se obtiene el famoso aceite marroquí), carambola, sapote blanco, feijoa o guayabo del Brasil, guayaba de fresa, carissa grandiflora, moringa (el llamado árbol de la vida) y pitanga roja.
Desde aquí solo nos queda agradecer a Sergio su hospitalidad, ya que nos abrió amablemente las puertas de su finca para que pudiéramos conocer su jardín de frutas tropicales y exóticas para que a su vez os las pudiésemos mostrar. ¡Suerte, Sergio!