En todo 2015 y hasta agosto de 2016 sólo han entrado por España 120 toneladas (t) de cítricos sudafricanos, cuando hace una década (en 2005 y y 2006) se importaron 109.600 t. Sus envíos a la UE este año se concentran donde la inspección es más laxa, en Holanda y Reino Unido, que acaparan ya la mayor cuota de la historia: el 74% de las importaciones europeas
El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la asociación que integra a los principales exportadores pero también importadores del país, ha analizado la estrategia seguida por Sudáfrica ante la presión del sector citrícola en su conjunto y ante las medidas tomadas por la Comisión para atenuar la amenaza de entrada de enfermedades de cuarentena en sus envíos. Y la primera conclusión es obvia: en lugar de centrar sus esfuerzos en mejorar sus controles en campo, Sudáfrica ha decidido evitar las inspecciones fitosanitarias en los puertos españoles. Efectivamente, después de que Bruselas ordenase un veto ‘simbólico’ a las importaciones citrícolas de aquel país a finales de 2013, cuando ya había acabado casi la campaña, las entradas por los recintos españoles se han reducido a la práctica nada (120 toneladas desde enero de 2015 a agosto de 2016, último dato conocido, de un total de 1.106.984 t. importadas por toda la UE en ése periodo). La negativa a acceder al viejo continente por los puertos más cercanos a los centros de confección -valencianos, murcianos y andaluces- contrasta con la situación vivida cuando en 2006 comenzaron los rechazos por la presencia masiva en sus partidas de enfermedades como la ‘mancha negra’ (CBS) y la Cryptophlebia Leucotreta y cuando España aún era la tercera vía de acceso de la UE para sus cítricos.
Lejos de reaccionar a las continuas protestas del sector español con mayores controles en origen, la estrategia confesa de la Citrus Growers Asociation of Southern Africa (CGA) ha pasado primero por negar el problema (rechazar el posible contagio de CBS a través de los frutos que por dos veces, en sendos informes de 2014 y 2016, confirmó la European Food Safety Authority, EFSA), cuestionar después los métodos de la inspección española y finalmente huir de su control pese a encarecer con ello los costes logísticos de los envíos que acaban en nuestro país.
Los últimos cambios en la normativa comunitaria, que relajan los controles para la fruta que tenga por destino la industria de zumos, han alimentado la tendencia consolidada por Sudáfrica en la última década consistente en remitir cada vez más porcentaje de sus envíos al Reino Unido y a Holanda. Allí se sabe que los controles fitosanitarios -al no tener producción citrícola- son más laxos. Estos dos países acaparan hoy el 74% de las importaciones de la UE a Sudáfrica cuando en 2006 sólo suponían el 64% y cuando España, donde trabajan los inspectores más cualificados en plagas de cítricos, importaba y supervisaba en torno al 10% de las partidas que entraban a la UE (ahora las cifras se acercan al 0%).
Es más, otra vez para eludir los controles españoles, la CGA ha activado otras entradas ‘satélites’ destinadas casi en exclusiva a abastecer al mercado español. Es fundamentalmente el caso de Portugal, que en la última década ha multiplicado por 24 las importaciones citrícolas sudafricanas (2.445 toneladas en 2005 y 59.000 en 2015). Por este orden, los cítricos sudafricanos que satisfacen en verano la demanda española y que por tanto son susceptibles de expandir las citadas enfermedades de cuarentena llegan ahora desde Portugal, Francia pero también en ocasiones puntuales (cuando hay picos de demanda) desde Holanda -igual destinados a zumos y casi sin revisión- emplazamientos donde el CGC urge a la CE a investigar cómo se realiza la inspección de los lotes. El comité, de hecho, sospecha que buena parte del mérito del descenso en las intercepciones por motivos fitosanitarios registrado este año se debe a esta estrategia de los sudafricanos, esto es, a evitar la inspección en los puertos españoles.
Sudáfrica es el segundo mayor exportador de cítricos en fresco del mundo y el primer proveedor no comunitario. Sus cifras -entre 550.000 y 650.000 t. al año- son muy superiores a las del resto de países citrícolas suministradores a contraestación (en verano). El caso sudafricano, con no ser el único que supone una amenaza fitosanitaria real para los cítricos europeos, sí tiene un doble agravante diferencial: como demuestra el informe realizado por el CGC, es la única potencia citrícola que durante la última década repite siempre como primer o segundo país tercero con más rechazos y es también la única que evita los controles españoles, cosa que no ocurre con Argentina, con Uruguay o Brasil, que exportan cifras muy inferiores pero que remiten buena parte de sus envíos por España.
El acuerdo comercial recientemente suscrito por la UE y la Comunidad de Estados de África del Sur -en tanto supone la ampliación hasta el 30 de noviembre de los envíos de naranjas con arancel reducido y la eliminación progresiva de los mismos- hará ganar en competitividad a los cítricos sudafricanos y probablemente éso se traducirá en mayores tonelajes exportados. Por tal motivo y con independencia de la competencia desleal que ésta supondrá para la citricultura española -con costes de producción y de recolección muy superiores- el CGC alerta que tal acuerdo también disparará exponencialmente la amenaza de contagio de enfermedades sudafricanas desconocidas en el Mediterráneo pero tan devastadoras como la ‘mancha negra’ (un hongo que deteriora la piel de la fruta hasta hacer inviable su venta), la Cryptophlebia Leucotreta (una polilla que destroza el cítrico desde la pulpa) o incluso el propio citrus greening en su versión africana o su insecto vector, que es la enfermedad citrícola más destructiva del planeta. Por todo ello, en consonancia con el resto de representantes del sector, el CGC exige a la CE una revisión urgente y un endurecimiento del protocolo fitosanitario con Sudáfrica y el establecimiento de medidas o gestiones para incentivar que los puertos españoles recuperen su actividad inspectora y se den garantías de un correcto control fitosanitario en los principales puertos de acceso a Europa (de Holanda, Reino Unido y Portugal, fundamentalmente).