En nuestros viajes agrícolas Ana y yo aprovechamos siempre para hacer otro tipo de escapadas. Conocer los entornos de las áreas de producción hortofrutícola tiene su encanto, sobre todo, pensando en vosotros, los lectores. Rastreamos la España rural y del mundo agro para marcar puntos cardinales. De este modo, si en algún momento os encontráis próximos a ellos, ya sabéis qué hay. Así es más fácil caminar hacia ellos, si estos lugares os despiertan interés.
Un ejemplo son las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real. A 30-45 minutos de Membrilla, lugar en el que se celebraba la feria del melón y la sandía manchegas, Ferimel, se encuentra un gran humedal que demanda una visita a todo aquel viajero que recorra La Mancha.
Las Tablas de Daimiel están declaradas Parque Nacional por su flora, fauna y sus formaciones geomorfológicas. Los desbordamientos de los ríos Guadiana y Cigüela junto a la interconexión de las aguas subterráneas del acuífero 23 dan lugar a este emblemático espacio natural. Carrizo, masiega o enea constituyen un mosaico de asociaciones vegetales que pueblan el humedal, siendo el taray la especie arbórea más representativa. Las aves acuáticas de Las Tablas son su seña de identidad convirtiéndolo en uno de los espacios naturales más importantes de la Península Ibérica para la observación de la avifauna. Cuando el viajero llega a este parque son tres los itinerarios que puede recorrer. Os recomendamos el de la Isla del Pan, el más completo.
También en el término municipal de Daimiel hay una joya arqueológica emblemática, la Motilla del Azuer, el yacimiento más destacado de la Edad del Bronce en La Mancha.
Otra figura emblemática de La Mancha, más allá de las siluetas de los molinos, son los bombos, construcciones tradicionales como la de la imagen, en la que aparecemos Ana y yo a puerta de un bombo situado en Llanos del Caudillo (Ciudad Real). Esta vivienda de piedra fue levantada en su día por Pablo Moreno, un campesino manchego que pobló los llanos de la gran llanura de La Mancha de casas rurales como ésta.
Las tierras del Quijote son también las de los mesones de vino y queso. Os recomendamos en Manzanares uno de ellas, con hospedería incluida, ‘Sancho’, con nombre cervantino. Una botella de tinto del país acompañada de caldos caseros – de buena cocina manchega – os alegrará la jornada.
En Manzanares y el resto de pueblos de la comarca Mancha abundan las queserías. En la imagen podéis ver una artesanal. So pena que el olor que desprendían estos quesos no se transmite por vía digital. Hay que estar allí, in situ.
Para los amantes del arte sacro una recomendación. La plaza central de Manzanares está presidida por la iglesia de la Asunción. En su interior en la bóveda diestra hay un espectacular cuadro del Bautismo. Inmenso.
Ya en el exterior es una delicia sentarse en cualquiera de las terrazas que jalonan la plaza para degustar una leche preparada (leche merengada). En uno de los locales la preparan casera.
Otra opción viajera es el turismo enológico, en alza. Visitar una bodega, hacer una degustación y conocer toda la etnografía que hay detrás de la cultura del vino. No en vano, Castilla-La Mancha es la región española con una mayor superficie de viñedos.