Primero fue el enarenado, después el riego, más recientemente los insectos auxiliares y la cuarta – según el popular agrónomo almeriense Gregorio Monsalvo – debe ser la biodiversidad. ‘Goyo’, de Agrotec Consulting y miembro de la comisión de técnicos de la Fundación Cajamar, explicaba ayer viernes esta tesis, basada en el uso de plantas refugio en el interior del invernadero, en el marco de la jornada organizada en Almería por Agrobío y Cajamar bajo el título ‘Avances necesarios en el control biológico’.
En varias ocasiones en este blog he apuntado los trabajos de Estefanía Rodríguez, Ifapa, y Mónica González, Estación Experimental de Las Palmerillas, centrados en la instalación en el exterior de los invernaderos de plantas autóctonas que sirvan para crear un hábitat estable y durante todo el año para nuestros ‘bichos’ buenos. La revolución que propugnaba ayer ‘Goyo’ daba un paso más llevando esas plantas al interior de la finca para lograr un manejo conservativo dentro y fuera de la estructura invernada.
El invernadero como un auténtico bosque con romero, tomillo, salvia, cilantro, hinojo, lobulavia o trigo sarraceno. Una rica flora que permite una rica fauna. En algunas explotaciones donde ‘Goyo’ ha llevado a cabo ya estos ensayos ha contabilizado hasta diez grupos funcionales. Por ejemplo, bajo un mismo techo parasitoides (aphidius y praon) con depredadores (orius, swirskii, crisopa, arácnidos, scymnus, aphidoletes, sirfidos y mosca tigre).
Según ‘Goyo’, hoy día las plagas están volviendo a ganar terreno en Almería. De ahí, que en el cuadro de herramientas actuales (medidas profilácticas, lucha química, insectos auxiliares y manejo conservativo con flora y fauna autóctona) ‘Goyo’ propusiese como añadido la parada biológica. Medida, desde luego, polémica.
Alimentar al swirskii durante el invierno
Antes que Gregorio Monsalvo intervino Ana Arévalo, del departamento de desarrollo de Agrobío, que abordó el problema del trips en un ciclo largo de pepino. Describió los protocolos de suelta de ácaros + presa desde sus dosis hasta su frecuencia, según se trate de un ciclo de otoño o de primavera.
Conclusiones de Ana Arévalo:
La alimentación con ácaros presa parece ser una buena solución al problema del bajo desarrollo de las poblaciones de ácaros depredadores (swirskii) durante el invierno. Los ácaros presa pueden vivir durante varias semanas. Las poblaciones de swirskii alimentadas con presa se mantienen más altas y se consigue un control de trips más eficaz.
En los ensayos comparativos A. swirskii – T. montdorensis se observan diferencias en la colonización del cultivo en el momento inicial de la suelta, pero las poblaciones se igualan semanas más tarde. T. montdorensis controla dos estadios de larva de trips. A. swirskii solo L1, pero cuando se agrega también controla L2. A. swirskii, depredador generalista, además de larva de trips se alimenta de larva de mosca blanca y de araña roja, evitando su dispersión en los cultivos cuando las poblaciones son adecuadas.
Ensayos en La Palma, Vicasol y Tecnova
Por su parte, Enric Vila, responsable de I+D de Agrobío, abordó el control de trips en pepino y araña roja utilizando ácaros presa como estrategia para alimentar al swirskii. Según los ensayos realizados en la cooperativa La Palma, se logró un buen control del trips con swirskii y montdorensis. Además la población de insectos auxiliares “crece tres o cuatro veces si se emplean ácaros presa”.
Los ensayos llevados a cabo junto a Tecnova en invernaderos de Vicasol se centraron en el control de araña roja en calabacín y pepino con auxiliares. Los ensayos emplearon swirskii, andersoni y californicus. La principal conclusión es que las poblaciones de auxiliares se multiplican con presa.