De hace un tiempo a esta parte existe una tendencia en las casas de semillas de mostrar su cocina investigadora. Más allá de jornadas de puertas abiertas, donde el visitante apenas se queda en los invernaderos en los que se promocionan las nuevas variedades, la tendencia actual es profundizar bastante más y entrar donde está el verdadero meollo investigador. En la cocina donde se conjuga tecnología e I+D. Ya relaté en su día la visita en septiembre pasado a las instalaciones de Fitó en Barcelona, actividad que se repitió recientemente en su centro I+D de El Ejido. En esta senda de mostrar transparencia y conocimiento está también Seminis, que hoy desarrollaba una novedosa actividad en su centro experimental de Tierras de Almería, en El Ejido. El centro, con laboratorios e invernaderos de I+D, se abría a varias decenas de técnicos agrícolas y a prensa especializada.
Se conformaron cuatro grupos. Ana y yo entramos en el de la bolita verde, donde también estaba Antonio Aguilera, de Homo Agrícola, o José Marín, del Portagrano, entre otros técnicos de cooperativas, alhóndigas y empresas de suministros.
La guía era Susana García, responsable de investigación en España. Primero nos mostró uno de los laboratorios de patología y a continuación nos equipamos para entrar en los invernaderos, como se aprecia en la foto de grupo.
Invernaderos divididos en distintos compartimentos. Uno de ellos dedicado a virus, otros a hongos y varios de ellos a mosca blanca. Por ejemplo, en la parcela estanco dedicada a virus se analizan qué variedades son susceptibles o resistentes a determinadas virosis.
También recorrimos un mini-invernadero estanco destinado al estudio de la ceniza, durante todo el año, en cultivos de pimiento y tomate. Otro compartimento donde se hacen ensayos con hongos, en condiciones de alta humedad. Y el último dedicado a colonias de mosca blanca en melón y sandía.
La jornada contó además con varias ponencias en las que se describió el largo proceso, alrededor de una década, que conlleva el lanzamiento de una nueva variedad comercial.
Antonio Reina, breeder de pepino, explicó en su intervención que la mejora se hace pensando en satisfacer las necesidades del agricultor, de la distribución y del consumidor. Mientras que la distribución está preocupada por la poscosecha y el aspecto externo de la fruta, el agricultor en cambio busca que las nuevas variedades sean más productivas, de fácil manejo (plantas fuertes y vigorosas) y con un paquete de resistencias lo más completo posible. Además esas variedades deben ser adaptables y flexibles a los cambios climáticos que se puedan producir de una campaña a otra.
Por otro lado, Reina recordó que todas las nuevas variedades de pepino de Seminis incorporan la triple resistencia (amarilleo, venas amarillas y oídio) y además subrayó, como rasgo diferenciador, las líneas de mejora centradas en el desarrollo radicular.
En la charla de Javier Puyó, asistente del mejorador de pimiento, se explicó por qué las semillas hoy día son híbridas (combinación de dos parentales). Son variadas las ventajas que aporta el vigor híbrido (prevalece lo mejor de cada parental), con lo cual hay más calidad de semillas, facilidad de uso/accesibilidad, mayor uniformidad y son semillas más productivas.
Puyó además describió cómo la introducción de los marcadores moleculares ha supuesto un salto hacia adelante respecto a la mejora clásica, facilitando la labor en términos de rapidez y eficiencia.
Como Puyó trabaja en pimiento, concluyó resumiendo cuáles son los caracteres evaluados en la mejora de este cultivo. Se atiende a la calidad (color, tamaño, forma, firmeza y cracking), al rendimiento (producción, peso del fruto y características agronómicas) y a las resistencias (Tmv, Tswv, nemátodos y oídio).