Hace una semana decíamos adiós al invierno para dar la bienvenida a la primavera, aunque en realidad ha sido el invierno más primaveral que se recuerda. Y este fin de semana cambio de hora para ganar minutos al día y hacer más diurnas nuestras actividades. Pero también estas últimas horas de final de Semana Santa han sido las primeras de playa. El verano aún queda lejos, pero ya hemos pisado la arena.
Almerimar es un núcleo de El Ejido. Perímetro costero, junto a Balerma y Guardias Viejas. En los litorales andaluces y levantinos hay muchas urbanizaciones, pero pocas como Almerimar. Es como un oasis, no es visible desde ningún lugar, salvo desde el mar. Navegando por el Mediterráneo se descubre la silueta de Almerimar, protegida de toda perturbación, resguardada por Punta Entinas por oriente y por el faro y el Castillo de Los Baños por occidente. Y hacia el norte los alcores que hacen de última frontera visible desde la Sierra de Gádor.
Porque ni con prismáticos se divisa la playa del Tiburón. Hay que bajar. Almerimar espera después de descender por una gran cuesta jalonada por palmeras que nos hacen creer que estamos acercándonos a un paraíso de tierra y sol.
Almerimar es el premio del viajero que agotado de cruzar el desierto encuentra tras caer por el último precipicio la promesa de que el viaje tenía recompensa.
Y así puede mojar sus pies. Y calmar su sed.