Y se centra en su mercado interno. Los agricultores canarios se han convertido en los proveedores de los hoteles del archipiélago. Numerosísimos establecimientos hoteleros y miles y miles de turistas al año. En estas islas hace buen tiempo en todas sus estaciones y hay turistas los 12 meses del calendario. Con estos mimbres, ¿quién va a querer enviar tomates a la Europa que ha convertido las hortalizas en alimentos low cost?
Gran Canaria y Tenerife son las dos islas con más agro. Por ejemplo, Mercatenerife es el gran cliente de ésta última. Y de ahí una maraña de compradores que hacen de las Canarias un modelo de autoconsumo con demanda creciente. Mientras haya turistas, se tirará del carro. Antes por avión a Europa, y a buscar incentivos o ayudas para sufragar los gastos logísticos de la exportación. Pero el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Marruecos fulminó la vía exportadora, y los agricultores canarios se han reinventado convirtiendo su mercado local (repleto de bocas internacionales) en el cliente de consumo.
No existe el monocultivo. Los productores que antes se habían especializado en tomate ahora se han abierto a nuevos cultivares. Se diversifica todo lo posible. En estas islas hay pimientos lamuyo, pepino corto o tomate tipo beef. También coles y calabacín, en la calle. Se complementa el cultivo protegido, plástico y malla, al mismo tiempo que la producción al aire libre. Y por supuesto, si hay un artículo mimado es el plátano. Mientras que otras producciones pueden ir en retroceso, incluso adjunto alguna fotografía de invernaderos abandonados (los que antes se empleaban para exportar tomate a Europa), el plátano gana terreno. Seña de identidad que es objeto de la mayor de las sensibilidades para su protección.
En Tenerife y Gran Canaria son frecuentes las explotaciones de empresarios agrícolas que tienen una media de superficie de 50 hectáreas.