El otoño, con la bajada de las temperaturas y el aumento de las precipitaciones, da carpetazo a las producciones de los meses de calor. Es el momento del invernadero y de la producción de costa.
En la Alpujarra de Granada hay alrededor de un centenar de agricultores de hortícolas durante los meses más benignos del año. Siembras entre el 10 y 20 de mayo de cultivos que aguantan hasta ahora, finales de octubre.
“Tenemos más o menos 6 meses de cultivo, sobre todo tomate (cherry y ramo), calabacín y habichuela”, comentan José y Miguel Ocaña, dos hermanos de Bérchules, que se dedican ahora a la agricultura, aunque provienen de la construcción, sector que se vino abajo con el inicio de la crisis. De ahí que en la actualidad el sector agro sea el motor de todos estos pueblos alpujarreños.
Bérchules es el epicentro hortícola de la comarca. Cultivos al aire libre en las terrazas de la serranía, donde se conjugan pequeños huertos tradicionales de caña con fincas con malla. El tomate, sobre todo el cherry redondo, es el que más superficie cubre. Las comercializadoras de Almería y la costa de Granada, y alguna de la Axarquía malagueña, son las que trabajan con estos hortícolas.
Junto a tomate y calabacín, abunda también la judía, aunque ha ido a menos en los últimos tiempos por la competencia marroquí. Mecina Bombaron es la localidad en la que la habichuela sigue siendo la reina indiscutible de la huerta, tanto en perona larga como semi y con un sello de calidad certificada. La mayoría de esta judía acaba en Valencia y Barcelona.
Ecológico
Cada vez son más los agricultores de la comarca que cultivan en ecológico o que se encuentran en período de conversión, pero no solo en tomate, sino también en otros cultivares, como los frutos rojos. En la zona hay fresa que se cultiva al aire libre.
Hoy día el sector primario se reivindica como motor de desarrollo y asentamiento de la población en la Alpujarra granadina. El mayor obstáculo al que se enfrentan los productores viene de la batalla por el uso o no de las mallas anti-granizo. Algunos agricultores piden que se suba la cota del Parque, con lo cual se zanjaría el problema; otros afirman que las mallas no provocan impacto visual o si lo provoca es mínimo y que además solo se utiliza durante unos pocos meses; e incluso otros piden a la Administración para que trabaje para que se pueda crear un seguro que cubra el granizo, ya que hasta ahora las aseguradoras han planteado muchas trabas para poder responder de dichos fenómenos meteorológicos.
“En mi caso doy trabajo durante 6 meses a 25 personas, y eso en la Alpujarra es muy importante, así que la agricultura hay que cuidarla”, afirma el productor José Antonio Martínez.