Desinvertir en Marruecos / Disinvesting in Morocco

Llevaba varias semanas sin ver al ‘pájaro loco’ – uno de ellos en realidad, porque son varias aves las que me cuentan este tipo de secretillos, je,je – hasta que hace unos días quedé con él a tomar un té moruno y a que me hablase sobre Marruecos. Y lo que me describió me sorprendió, pero solo en parte.

Muchos conocen de la estampida de las empresas hortofrutícolas foráneas en Marruecos. Hubo unos años en los que se fomentó la inversión española en Agadir y en otras zonas de la costa marroquí, pero ¿cuántas de esas empresas permanecen instaladas allí? De las primeras muy pocas, y las que se mantienen están intentando salir lo más rápido posible. Me contó el ‘pájaro loco’ varios casos de empresas andaluzas con el pie en el otro lado del charco y que están buscando desprenderse de aquellos activos.

Marruecos está mejorando en el tema de los derechos laborales y de los salarios. Numerosas empresas europeas, francesas, holandesas, británicas, alemanas y españolas, veían en ello una oportunidad para producir a bajo coste. Y sigue siendo así, pero no tanto. Ahora los trabajadores están mejor organizados y son conscientes de que sin sus brazos el empresario europeo no tiene nada que hacer. Si una mañana 50 peones agrícolas se niegan a entrar en el invernadero marroquí a coger judías o tomates, el contratiempo del empresario que ha invertido allí es mayúsculo. Depende de su socio local; y éste tiene, por así decirlo, una idiosincrasia muy particular. Y nuevos problemas con la mano de obra.

El pronóstico que me hacía el ‘pájaro loco’ es que de aquí a pocas campañas los europeos que continúen en Marruecos habrán hecho ya las maletas. El reino alauita sigue un esquema estratégico muy claro: deja que el capital europeo invierta, haga infraestructuras e inicie su actividad agrícola; pero cuando todo ese conocimiento es ya adquirido por los socios locales marroquíes, el europeo sobra, sobre todo, en un escenario en el que a las cadenas de supermercados les da igual negociar con Peter o con Mohamed. La figura del europeo allí es la de un intermediario que hay que quitarse de en medio.

Y esos intermediarios del centro de Europa no están regresando a sus países de origen, Bélgica u Holanda, por poner un ejemplo, sino que están trasladando sus inversiones de Marruecos al otro lado del Atlántico. Miran hacia América Latina.

Disinvesting in Morocco

I spent several weeks without seeing ‘Woody Woodpecker’ – actually, one of them, because there are several birds that tell me such little secrets, he, he – until a few days ago when I met him to take a mint tea and for him to tell me about Morocco. And I got surprised with what he described to me, but only in part.

Many people know about the stampede of foreign fruit and vegetable companies in Morocco. There were years in which Spanish investment was encouraged in Agadir and in other areas of the Moroccan coast, but how many of those companies are still installed there? From the first ones very few, and those that remain are trying to get out as quickly as possible. ‘Woody Woodpecker’ told me several cases of Andalusian companies with their foot on the other side of the pond and that are looking for getting rid of those assets.

Morocco is improving in the subject of ​​labor rights and wages. Many European companies, French, Dutch, British, German and Spanish ones, saw this as an opportunity to produce at low cost. And it is still so, but not so much.  Now workers are better organized and they are aware that without their arms the European entrepreneur has nothing to do. If one morning 50 farm laborers refuse to enter the Moroccan greenhouse to pick beans or tomatoes, the mishap of the entrepreneur who has invested there is enormous. It depends on his local partner, and he has, so to speak, a very particular idiosyncrasy. And new problems with the labor.

The forecast that made ​​me ‘Woody Woodpecker’ is that within a few campaigns the Europeans who continue in Morocco will have already packed. The Alaouite kingdom follows a very clear strategic system: it lets that the European capital invests, makes infrastructure and starts to do its farming activity, but when all that knowledge is already acquired by the Moroccan local partners, the European is not needed anymore, especially in a scenario in which supermarket chains do not care if they negotiate with Peter or with Mohamed. The European figure there is the one of an intermediary that needs to be out of the way.

And those central European intermediaries are not returning to their home countries, Belgium or the Netherlands, for instance, they are moving their investments from Morocco across the Atlantic. They look at Latin America.