La agricultura, ese terruño cultivado por las manos, era para Aristóteles el medio más natural para que el ser humano estuviese en comunión con su propio ser. Sin embargo, ese principio aristotélico bonito de expresar está muy lejos de lo que sienten las personas que trabajan hoy día en el campo. El complejo de inferioridad es notable, se enfade quien se enfade.
Por desgracia, todo un país, España, ha estado durante años intentando ocupar con la construcción (burbuja inmobiliaria) el hueco que históricamente ha tenido el sector agrario en la economía española durante siglos. Así nos ha ido y, por eso, la crisis del ladrillo en España ha sido superior a la de toda la Unión Europea. Si este país no hubiese renegado de la agricultura, mejor nos habría ido.
En zonas productoras como Alicante y Murcia los agricultores han dejado de serlo para vender sus propiedades a empresarios de otros sectores. Y en otras partes como Almería muchos se fueron a la construcción para arruinar con la especulación lo que el invernadero tan dignamente había conseguido.
Con todo esto quiero decir que hay que sentirse orgulloso de lo que uno es y no querer ser lo que es imposible. Un ejemplo ilustrativo.
Almería antaño fue la principal zona de España en el cultivo de uva de mesa. Hoy lo es Murcia, ¡enhorabuena! Pues bien, ahora en Almería se quiere recuperar el terreno perdido, aunque quizá sea tarde. Se aspira a regresar a la parra, no para enriquecerse, porque sería imposible, pero sí para vivir dignamente.
La Fundación Cajamar, a través de su Estación Experimental de Las Palmerillas (ubicada en El Ejido), está animando a los agricultores y a los empresarios a que repueblen la tierra con la parra que tan buen fruto dio a sus abuelos. Y poquito a poquito se está respondiendo a esta llamada a los orígenes.
El bueno de Juan Antonio Planelles, el jefazo de Agroiris (un patriarca del campo almeriense), lidera esta iniciativa repoblando territorios de la baja Alpujarra con uva de mesa.
De telón de fondo está tener los pies en el suelo o querer ser lo que es de otros. La prima de riesgo está bien para los señores de corbata que piensan que los alimentos se cultivan en los lineales y estanterías de los supermercados, pero para las personas del mundo más real la prima de riesgo suena «al discurso de la telefonista que nos llama a deshoras para vendernos lo maravilloso que es cambiar de compañía de móvil.»
Volver a la parra es una realidad. ¡Qué se lo digan a los muchos parados de la construcción que piden ahora trabajo a la puerta del mismo invernadero que tanto repudiaron cuando hace unos años pensaban que íbamos a comer ladrillos!
Posdata. Espantapájaros al uso en una pequeña explotación de uva de mesa en Celín (Dalías), provincia de Almería.
Seguro que están los que repudian la agricultura, pero también estamos los que disfrutamos trabajando la tierra. Me parece un trabajo muy enriquecedor para el desarroyo del ser humano. Es un trabajo en el que te sientes motivado para estudiar botánica, biologuía, astrología y astronomía, química (hasta tienes que repasar la tabla periódica y te arrepientes de no haber estudiado más en la escuela), idiomas ya que las visitas con clientes ten dan la oportunidad de sorprenderlos con un ingles «medio», disfrutamos investigando y compartiendo soluciones a los problemas del campo, y muchas más cosas por las que merece la pena trabajar la tierra y dejarsela a nuestros hijos lo mejor posible. Un saludo a todos los que disfrutan con la tierra, especialmente para tí Jose Antonio y enhorabuena por el blog
Hola Jesús,
me alegro de encontrarte por aquí. Para los que no te conozcan debo de decir en tu honor que eres uno de los agricultores más innovadores que he conocido. Ahora que se empieza a hablar de la necesidad de que sea el propio agricultor el que recicle sus propios restos vegetales convirtiéndolos en compost para las siguientes cosechas, es meritorio reconocerte que tú fuiste de los primeros que introdujo estas técnicas. Y en cuanto al amor a la tierra, tan sencillo como que venimos de ella y a ella regresaremos tarde o temprano. Es nuestra naturaleza.
Volver à la parra es un sueno, solamente si tu économisa te permite mantener esa parra para tu disfrute personal.