Viajar a Bruselas, a la capital de Europa, durante cuatro días para conocer por dentro el funcionamiento y los mecanismos de poder de la Comisión, del Parlamento y del Consejo Europeo es una estupenda medicina para poner los pies en el suelo y tener siempre presente que España es un país periférico, carente de poder e influencia entre sus socios comunitarios. Humo es lo que venden nuestros políticos nacionales cuando engañan a la opinión pública española sobre el papel y peso de España en el continente europeo. Y los medios de comunicación que siguen el juego a esa falsa propaganda política no dejan de ser instrumentos partidistas o bien meros ignorantes de lo que ocurre en el mundo real. Señores, por mucho que duela a algunos, ningún responsable europeo tiembla cuando oye el nombre de España antes de tomar una decisión. Aquí quien corta el bacalao son los países del norte. No nos sigamos mirando el ombligo y hagámonos valer.
Si España se pone en el mapa con dificultad en la mesa de los asuntos comunitarios, es fácil comprender el lugar que ocupan provincias como Almería, Granada, Alicante o la región de Murcia. Simplemente no están. Y la cuestión es la siguiente: ¿Es éste el papel que realmente le corresponde a España? La respuesta es que no, si nos referimos a cuestiones agrícolas. O más bien hortofrutícolas. En el caso particular del segmento de los productos hortícolas España es el primer país europeo. En cambio, no se nota a la hora de la toma de decisiones importantes. Pero el problema no es europeo, sino que es español. Demasiadas luchas internas y egos prodigiosamente grandes hacen que cada uno haga la guerra por su cuenta. Por eso, luego en Europa es normal que no nos tomen en serio.
La primera receta es bien sencilla. El sector de las verduras en fresco debe tener un lobby organizado y unido en Bruselas. Es el único modo de que las zonas productoras españolas sean valoradas en su justa medida. De nada sirve que en Andalucía las Administraciones se gasten más dinero en recordarles al resto de paisanos lo maravillosas que son las hortalizas almerienses y granadinas. Tampoco mejora las cosas que en el conjunto de España se hable de las bondades de nuestra huerta. Donde se deciden las cosas es más allá de los Pirineos, que es donde habitan la mayor parte de los clientes. Allí hay que estar presente. Tener delegaciones, representantes, oficinas o cualquier otra fórmula que haga que los que compran y mandan no se olviden de los que les venden y obedecen. Y el modo más efectivo de cumplir esto es instalándose de una vez por todas en Bruselas. Hacer un lobby para que se nos conozca. Y después respete. El resto de países ya lo tienen.
Posdata. Fotografía tomada por Eric Vidal ayer en una subasta de frutas y hortalizas de la ciudad belga de Malinas. En la imagen, de izquierda a derecha, José Antonio Arcos con Roger Waite, portavoz de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea.
Ana Rubio