Al comienzo de la década pasada muchos empresarios agrícolas vieron en la construcción la nueva gallina de los huevos de oro. Alquilaron sus tierras, las vendieron, las abandonaron o simplemente las descuidaron creyendo que el ladrillo era dinero fácil e inagotable. Se vivía en una burbuja en la que parecía que los bancos regalaban el dinero y que siempre iba a haber gente para ocupar las miles y miles de casas que se levantaban sin pensar que la natalidad tiene un límite. Pocos años después el golpe ha sido mayúsculo: los bancos no dan un céntimo y las promociones de viviendas vacías se amontonan.
Intrusismo de ida y vuelta.
Ahora algunos de esos empresarios hortofrutícolas quieren volver a lo único que sabían hacer. Cultivar la tierra. Pero digo “algunos”, no todos los que hicieron el viaje, porque buena parte de ellos han caído en la ruina. Las deudas contraídas por la construcción proyectan una larga sombra. Intrusismo de ida y vuelta. Pero hoy día, principalmente durante estos últimos tres años, se está produciendo el fenómeno inverso. Los constructores y promotores, esos mismos que criticaban a los empresarios agrícolas que se metían en su negocio acusándolos de romper y desequilibrar el mercado inmobiliario, ahora son los que quieren entrar en el invernadero. Invertir. Sucede en todo el Poniente almeriense y también en el campo de Níjar. Allí varios grupos de constructores quieren levantar nuevos invernaderos. Explotaciones grandes. Dicen que ven en los periódicos grandes titulares sobre lo bien que va la agricultura y las exportaciones y piensan que es un sector en auge. Eso comentan.
Intrusismo de ida y vuelta.
Pero los agricultores, esos que solo han sido agricultores y nada más y que no quieren que se les llame ‘empresarios agrícolas’, hacen una mueca y responden: “Las cuentas no salen”. Y es que detrás de esas cifras de exportaciones, siempre crecientes, se esconde un mercado interior que no demanda producto. Y dentro del invernadero nadie descuenta de las grandes cifras las amortizaciones, los gastos de personal, los insumos y ese larguísimo etcétera que hace que al final de campaña los márgenes sean estrechísimos.
Posdata. Empresarios de la construcción inmobiliaria levantando un invernadero en la Sierra de Gádor (Poniente almeriense).
Yo lo que les digo a los que quieren invertir en la agricultura, es que esto no es la gallina de los huevos de oro,aquí no se consigue dinero fácil, este trabajo requiere mucho sacrificio ; Y sí, a veces tienes recompensa. Tienes que sopesar lo que te aporta la agricultura pero no sólo económicamente, porque si miras solo eso, lo mas seguro es que no te salgan las cuentas .
Hay que advertir a todo el que quiera entrar en agricultura sin conocimiento previo que los márgenes son mínimos y los costes muchos y en aumento año tras año. Si empiezan por grandes inversiones en infraestructura, difícil camino les espera.
Me parece muy positivo que los empresarios piensen en invertir en economia productiva. Ese es el primer paso para volver a crecer…
Una hectárea cuesta de media 300.000 E, sembrarla 7.ooo E la simiente de pimiento, mas 4000 de abono, semillero 1500, rafia,grapas,gasoil 1500, los bichos 2500, tratamientos fitosanitarios 1700, mano de obra 15.000, seguridad socia 3.100, agua 2500, amortización 15.000.
Ahora, una Ht produce de media 65.000 Kg de pimientos y de media se venden a 0,75
Esta el campo abierto a todos los ladrillos…